La llegada a Bariloche nos sorprendió un poco; tras muchos días por parques y pueblos tranquilos nos encontramos en su estación de autobuses con mucho movimiento. Ésta ciudad, plenamente turística, nos recordó a algo parecido a Andorra. Famosa por su temporada de esquí, su entorno y sus chocolates, es un lugar donde se aprecia una buena inyección económica: casino (concierto de Julito Iglesias!), restaurants, discotecas...
Nos hospedamos en el hostel Patanuk, llevado por una simpática pareja madrileña, a orillas del lago Nahuel Huapi, ¡qué vistas!
Enorme lago de orígen glaciar que nos permitió disfrutar de una impresionante noche de luna llena y su reflejo sobre el lago...desde la camita...
Recorrimos el llamado circuito chico, a unos kilómetros de Bariloche, paseando por el Parque Municipal Llao Llao
Bosque de arrayanes
Lago Perito Moreno
y su bosque de Arrayanes, la capilla San Eduardo y el mirador del Hotel más conocido de Argentina, el Llao Llao, enmarcado por el cerro López, Capilla y Tronador: que no falte su campo de golf y demás... de gran lujo, vamos.
Nos gustó Bariloche y su entorno, pero sentíamos la necesidad de salir de la ciudad así que decidimos seguir la ruta hacia San Martín de los Andes.
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