Dejamos Puerto Varas y cruzamos en ferry por el canal de Chacao hasta Chiloé, y por introducir algo sobre la isla, diremos:
La cultura de Chiloé difiere de la del resto del país por la existencia de rasgos propios generados en parte por la mezcla de tradiciones indígenas e hispánicas y en parte por las soluciones originales que se han encontrado para resolver los problemas que plantea el medio ambiente insular (wikipedia, obvio)
Cerca a Castro está la comuna de Llau Llao celebrando, como no, su fiesta costumbrista de la manzana de la cual precisamente carecen éste año, pero eso no era problema... Allí probamos nuestro primer curanto (a la olla) y pasamos el día viendo como fabrican artesanalmente la chicha, un jugo alcohólico de manzana, y probando tartas, las llamadas Kuchen (clara influencia alemana).
Decidimos ir hacia el sur de la isla, a Cucao, ¡y volvimos a encontrarnos con David y Natalia! Qué grandes! Llegamos en bus a Cucao y aconsejados buscamos el camping "la abuela", que para llegar hay que cruzar en bote.
Cucao fue arrasado por el maremoto del 60, es un pueblo pequeño que tiene en el Parque Nacional Chiloé y sus playas su mayor interés. Nos instalamos, fuimos al parque (por el mismo camping, gran atajo) y a la vuelta, tras recoger el tronco más grande e incómodo de transportar (gracias, David) hicimos un fuego y nos comimos unas curradas brochetas de longaniza y unas machas. Compartimos noche con unos jóvenes de santiago de muy buena onda y a dormir.
El lugar es increíble, unas dunas aguardan kilómetros de ancha playa delimitada por acantilados; no hubo narices de bañarse pero la aventura mereció la pena. ¡Buena manera de despedirnos de Natalia y David!
Apareció la lluvia y decidimos quedarnos en un hospedaje cercano. Aquí conocimos a un rastaman con su mujer e hijo que nos acabó de convencer con ir a Quellón y al que veríamos repetidamente. Aprovechamos para comentear lo gracioso que nos resulta coincidir con la misma gente en diferentes lugares cuando se viaja...nos ha pasado en varias ocasiones con diferentes personas, y te alegra.
Fuimos al supermercado del pueblo a buscar algo para cenar y regresando con unas sopas y algo de fruta bajo el brazo... sorpresa!, de un quincho salía humo de unas brasas y se acercaba la gente. Era la sede social del pueblo y celebraban su fiesta costumbrista; no era la famosa fiesta de la luna pero nos fue de maravilla ya que hacían anticuchos ( brochetas enormes de carne de vacuno y longaniza)